viernes, 2 de septiembre de 2016

Campanas de una iglesia de Malva Flores



Y regresar al punto de partida
al paraíso irrespirable
la ardorosa helada inmovilidad

Blanca Varela


Uno lo extraña todo, hasta la barbacoa del domingo. El viejo trolebús que cruzaba por San Juan de Letrán.

Las palmeras que entonces fraccionaban el tiempo del verano, se fueron con el aire.

En esta capital de la Isla 50 no existen las palmeras. Las jacarandas son un remedo de árbol y es mentira que aquí haya nacido todo.

Aquí no hay pan. Miasmas que son culebras envenenan el aire, asfixian a los niños.

No se filtra la luz a las 6 de la tarde. No se escuchan jamás campanas de una iglesia.

No puedo perdonarlos. No voy a perdonarme nunca.