Sólo
en sueños,
sólo
en el otro mundo del sueño te consigo,
a
ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás
de mí.
¡Con
qué desprecio he visto a los que sueñan,
y
ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado
en su red!
¡Con
qué morboso deleite te introduzco
en
la casa abandonada, y te amo mil veces
de
la misma manera distinta!
Esos
sitios que tú y yo conocemos
nos
esperan todas las noches
como
una vieja cama
y
hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me
gusta decirte lo de siempre
y
mis manos adoran tu pelo
y
te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña
y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y
con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A
veces lo recuerdo. A veces
sólo
el cuerpo cansado me lo dice.
Al
duro amanecer estás desvaneciéndote
y
entre mis brazos sólo queda tu sombra.Twittear