jueves, 26 de mayo de 2016

Cachureo matinal de Manolo Marcos



La mañana me escampa un azul
de aeropuerto, las escamas del pulso
se adelantan en serie. Calla, sombra
funcionaria, límpiame la ventana.

Yo no tengo recuerdos ni limones,
la certeza de ser aún la misma pulpa
de neuronas floridas. Habla, peristáltico
sol, sordo de tanta verga solitaria.

No te olvides la cal que se acumula
en las nubes intonsas: 
¡Gloria a las lavadoras
que permiten la general belleza 
en las camisas blancas del mamífero!

¡Qué atrocidad el amor con termostato!
En mitad de la pista los operarios bailan,
amalgama la niebla sus candados de pluma.
Escucha, te deseo un buen aterrizaje,
hay fines de semana, tu ya sabes, hay
fines de semana tan finales, tan mucosa,
tan trapo de limpiar la grasa, tan feéricos.

La mañana me atora una equis cantidad
de tornillos, y la vaga conciencia
de una fórmula mágica: el poema.

¿Qué es este cachureo, 
revoltijo de restos de un amor vertedero?