Tuitear a chorros.
Tuitear la digestión.
Tuitear el sueño.
Tuitear ante las puertas
y los puertos.
Tuitear de amabilidad y
de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del
Tuiter.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Tuitear las veredas y
los paseos,
y salvarnos, a 140
caracteres, de nuestro TL.
Asistir a los cursos de
antropología,
tuiteando.
Festejar los cumpleaños
familiares,
tuiteando.
Atravesar el África,
tuiteando.
Tuitear como un cacuy,
como un cocodrilo…
si es verdad
que los cacuyes y los
cocodrilos
no dejan nunca de
tuitear.
Tuitearlo todo,
pero tuitearlo bien.
Tuitearlo con la nariz,
con las rodillas.
Tuitearlo por el
ombligo,
por la boca.
Tuitear de amor,
de hastío,
de alegría.
Tuitear de frac,
de flato, de flacura.
Tuitear improvisando,
de memoria.
¡Tuitear todo el
insomnio y todo el día!