Tampoco dijo bienvenido
a la inseminación provenzal
Cavagnari
Mi novia murió en la irrigación nutrida de los tábanos cierto día de febrero.
Mi prometida sepultó sus pulsos sobre una
bandeja de luces focales.
Mi enamorada en el ajuar de opalinas.
Tridente para la lírica a dos.
Cabeza que poseía una conciencia de crisis.
Deshoras en ciudades.
Ecuménica luz de los perecederos.
Circulizada en la turbina indefinidamente.
Tuve malas palabras para infiltrar adentro de
su nuca.
Tuve corceles nupciales enchufados al paso de
un águila quieta.
Pero nada le sirve de corona celeste.
De agua estancada.
De recaer las caudas.
De persuasión contra el semicírculo de las
mañanas.
No existe.