a Yuliana Ortiz Ruano
el dolor es fuerte pero el cráneo puede soportar el choque de un martillo gigante sin ningún problema // la poesía no es tan fuerte como el cráneo del que lo escribe // ¿o es al revés? // el poema vive y mi cráneo se despedaza en trocitos de carbón por conocer el espejo que está escondido en un rincón de un una ciudad perdida entre montañas y una brisa inexistente // en un momento perdido dentro de los ángeles que venden marihuana a altas horas de la noche // en los labios de aquel que besa solo porque no sabe lo que quiere //
la angustia está reservada para los que quieren comerse el mundo pero aún no saben amarrarse los cordones de los zapatos // por eso caminamos sin rumbo y nos perdemos en bosques llenos de hojas hechas de gilletes y ramas de alfileres // hacerse daño a uno mismo es el mérito de mi generación // habilidad adquirida por culpa de los poetas que no superaron sus traumas edípicos // gracias por todo poetitas de mi patria // los recordaré antes de suicidarme
el vértigo sobre un paisaje andino es lo más común si se vive a 2850 msnm y se quiere respirar poesía // cuando no hay ni siquiera suficiente aire para que llegue al cráneo // el oxígeno se escapa y nos deja un rato abandonados sobre una alfombra de azules peñascos y abismos sin fondo que nos dicen //
qué fue
¿vas
a
saltar
o
no?
a
saltar
o
no?
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