Y,
sin embargo, piensas que de tu cuarto a la cocina
Estás
nominado como el poeta más decente
Que,
del jardín a la azotea, el perro y las hormigas
Aseguran
que eres el Pulitzer futuro
Y
que en la sala
Los
muebles y la tele esperan
Ese
libro que honre tus días sin quehacer.
Aún,
es cierto, te faltan escribir los poemas de tu casa,
Aunque,
me dices, la crítica no te es tan favorable.
Ayer
en el baño, por ejemplo,
El
sarro percibió tu falta de malicia
Y
una cucaracha, en el acto,
Reseñó
tu último poema y lo dejó ilegible
Tú,
no obstante, siempre te muestras muy seguro.
Escribir
los mejores poemas de tu casa
No
debe ser, dices, como padecer una censura
casera.
Piensas,
en cambio, en tu abuelo y sus elogios,
Y
eso, lo sé, te reconforta a veces.
Ser, sin embargo, el mejor poeta de tu casa
No
es, me dices, tan fácil como piensan los demás.
Sabes
que aún no has escrito el poema
Que
dignifique, al menos,
La
vida del cátsup en el refrigerador.
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