Sólo hay un heroísmo entre las rocas, y es el odio
es el odio lo único que me une a ti
mi amor ha muerto y un gato
espía su muerte, espía su nada.
Leopoldo María Panero
Si viviéramos en un país decente —como
Bangladesh o Nigeria—, lanzaría ácido en tu rostro y luego te vestiría con
piedras. Pero como Aquí existe un concepto llamado «violencia de género»,
tendré que conformarme con clausurar tus agujeros mediante el uso de parásitos.
Encontré una chica de bellas pústulas
en la boca, la cual —para mi dicha— también es dueña de una manada de ladillas.
Cariñosamente me cedió los ejemplares más virulentos de su ejército púbico.
Cada ladilla fue nombrada por las
noches que pasamos juntos. Así, la más melancólica se llama miércoles afuera de
un bar sin ti. La más coqueta es la Zhumir en tu boca. La más fría lleva Tu
Nombre.
No he vuelto a fornicar con nadie,
pues te pertenecen y las engordo para regalártelas envueltas en mi sexo muerto.
Llegarán A Ti, aunque jamás vuelva a tocarte, aunque tenga que follarme a todos
tus novios, Llegarán A Ti.
Sé que tu vagina es un canal ártico
donde ningún parásito puede sobrevivir. Solo Yo —animal aclimatado a lo boreal
que te habita— puedo alimentarme del hielo. Solo Yo, poseedor del prestigio que
una enfermedad venérea suave otorga.
Pero primero debo sangrarte. Nada te
salvará de la plaga que tengo entre las piernas.
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