jueves, 21 de abril de 2016

Hambre roja de René Char



Estabas loca.
¡Qué lejos queda!
Moriste, con un dedo delante de los labios,
en noble movimiento,
para atajar la efusión;
en el sol frío de un reparto verde.
Estabas tan hermosa que nadie se dio cuenta de tu muerte.
Más tarde, era de noche, te pusiste en camino conmigo.
Desnudez sin desconfianza.
Pechos podridos por tu corazón.
A sus anchas en este mundo circunstancial,
Un hombre, que te había estrechado entre sus brazos,
Se sentó a la mesa.
Estate bien, no existes.