Como donde sopla un viento.
Te lo puedo enseñar.
La forma de desesperación
que llamamos “mundo”.
Un robo, sí, pero
murmurador, lleno de miedo.
En el cual el “yo” es visto
meramente como espécimen,
incompleto por ello, dotado
en exceso,
maniobrado para librarse de
precipitados
biológicos –hipótesis,
humildades,
propensiones…
¿Quieres venir conmigo?
¿Sabes cómo se ven
distancias en un paisaje?
Podemos emborronarlo.
Podemos disolverlo
todo. ¿Conoces la edad
previa?
¿El modo en que carece de
forma hasta que el amor
la recorta? Degustamos el
cariño crudo, taciturno, duradero,
hasta gastarlo, lo
picoteamos, lo erosionamos, hasta hacerlo
desaparecer, el coraje
liviano, el equipaje agujereado
en el que llevas de un sitio
a otro
tus sueños traspasados de
corrientes –sueños de formas, de
conciencias
en bisagras, todos
entrelazados –sueño adelante –
la cadena que echaste está
sonando,
aunque está hecha de aire,
de menos, mira, por aquí
refleja, por aquí se curva
en espacio, por aquí se
asemeja – rápido – sólo por una
milésima de segundo –a la
felicidad – conjunto incorruptible –
qué relajante, tan real, un
saliente sobre
la cascada – sucede con la
música, cuando
escuchas –cuando intentas
escuchar –
el aislamiento de lo exiguo,
el tú en soledad,
un ínterin erizado de
argumentos, ilusiones –
constituyen lesiones, se
despliegan por una piel
desnuda, una ondulada
extensión planetaria de piel humana,
no como la sensación de una
presencia inadvertida,
no como – oh demolición de
ola,
Estamos esperando a que
suene el teléfono,
Estamos ocupados - ¿o no? –
nos aferramos – las versiones
de la desolación que
marcamos en listas, en
millas – la ola, aparece la
ola
pero cuando se retira se
encrespa en su borde
como paradero, la luz de la
luna azota
en su rizo, repiquetea como
inventario en su rizo,
la ola – despierta – la ola
cuyos trozos
te daré si todavía piensas –
Pospón el día del
debilitamiento,
deja que la barra de arena
se alce a nuestras espaldas,
la cama servirá,
el salpicar de la textura,
la sombra – manga con brocados
sobre la silla – el corredor
de misterios
que denominas tu pelo – la
mampostrería de tus
retrasos – pluma, tinta,
papel – amigo mío,
mira la tinta, hunde los
dedos por su cuello abierto,
pon la mano en el labio –
así – hazlo otra vez, otra vez,
borda la boca, frota,
exagera –
pequeñas formas en halo
alrededor de los dientes,
el espejo en la pared lo
muestra todo,
furioso, votivo –
oh, mira, el corazón pequeño
pronunciando, declamando,
expulsando sus ceros negros,
crujientes, inaudibles.
Jorie Graham (La errancia,
trad. Julián Jiménez Heffernan)