lunes, 8 de agosto de 2016

El ángel custodio del no-sentir de Jorie Graham



Como donde sopla un viento.
Te lo puedo enseñar.
La forma de desesperación que llamamos “mundo”.
Un robo, sí, pero murmurador, lleno de miedo.
En el cual el “yo” es visto meramente como espécimen,
incompleto por ello, dotado en exceso,
maniobrado para librarse de precipitados
biológicos –hipótesis, humildades,
propensiones…
¿Quieres venir conmigo?
¿Sabes cómo se ven distancias en un paisaje?
Podemos emborronarlo. Podemos disolverlo
todo. ¿Conoces la edad previa?
¿El modo en que carece de forma hasta que el amor
la recorta? Degustamos el cariño crudo, taciturno, duradero,
hasta gastarlo, lo picoteamos, lo erosionamos, hasta hacerlo
desaparecer, el coraje liviano, el equipaje agujereado
en el que llevas de un sitio a otro
tus sueños traspasados de corrientes –sueños de formas, de
conciencias
en bisagras, todos entrelazados –sueño adelante –
la cadena que echaste está sonando,
aunque está hecha de aire, de menos, mira, por aquí
refleja, por aquí se curva
en espacio, por aquí se asemeja – rápido – sólo por una
milésima de segundo –a la felicidad – conjunto incorruptible –
qué relajante, tan real, un saliente sobre
la cascada – sucede con la música, cuando
escuchas –cuando intentas escuchar –
el aislamiento de lo exiguo, el tú en soledad,
un ínterin erizado de argumentos, ilusiones –
constituyen lesiones, se despliegan por una piel
desnuda, una ondulada extensión planetaria de piel humana,
no como la sensación de una presencia inadvertida,
no como – oh demolición de ola,
Estamos esperando a que suene el teléfono,
Estamos ocupados - ¿o no? – nos aferramos – las versiones
de la desolación que marcamos en listas, en
millas – la ola, aparece la ola
pero cuando se retira se encrespa en su borde
como paradero, la luz de la luna azota
en su rizo, repiquetea como inventario en su rizo,
la ola – despierta – la ola cuyos trozos
te daré si todavía piensas –
Pospón el día del debilitamiento,
deja que la barra de arena se alce a nuestras espaldas,
la cama servirá,
el salpicar de la textura, la sombra – manga con brocados
sobre la silla – el corredor de misterios
que denominas tu pelo – la mampostrería de tus
retrasos – pluma, tinta, papel – amigo mío,
mira la tinta, hunde los dedos por su cuello abierto,
pon la mano en el labio – así – hazlo otra vez, otra vez,
borda la boca, frota, exagera –
pequeñas formas en halo alrededor de los dientes,
el espejo en la pared lo muestra todo,
furioso, votivo –
oh, mira, el corazón pequeño
pronunciando, declamando, expulsando sus ceros negros,
crujientes, inaudibles.


Jorie Graham (La errancia, trad. Julián Jiménez Heffernan)