siendo sinceros
la gente
a todas horas
preocupada por el amor
el egoísmo rampante
que busca compasión y
orgullo
que se prende como bicho
mordelón
de cualquier vena
el amor
siendo honestos
vive de la sangre
de amamantarse de la teta
hinchada
de nuestros temores más
húmedos
yo no soy partidario del
amor
ese boquiabierto cebo para
las tristezas
y aún así lo padecí, lo
padezco todavía
y duele como la parte más
dura y larga
como una navaja que enterramos
en piel ajena
duele el amor
ese agujero sucio
en el que entramos a beber
y a saciar nuestras hambres
sin dientes
porque ya lo dicen los
muchachos
que construyen casas
habitables, por supuesto
albañiles creo que les
llaman:
el
chimuelo dicen ellos
ese de nuestra entrepierna
pobrecito
quiere masticar y morder
la carne ingrata de quién
sabe qué asesinas
y filosas carnes de mujer
pobrecito
pobre chimuelito
yo también a veces
lo acaricio y me dan no sé
ganas de llorar
y creer que el amor es esa
cosa
a la que de alguna manera
nos hemos acostumbrado
muertos de algo que no es
herida
sino ganas de herir a
alguien
cansados de morder el tiempo
y apretar los dientes
para aguantar sin gritar
la inyección de la muerte
en nuestra nalga izquierda
y a esos dientones que
hablan del amor
como si cualquier cosa
los quisiera ver mordiendo
la carne
cosiendo con sus venas un
suéter
parando el hilito con saliva
para que entrara en la aguja
con la que inútilmente
intentarán
dar forma a los temblores
a la antigua necesidad de no
estar solos
y cuando vengan con sus
lágrimas
de agua de alcantarilla a
decirme
“me quiero morir”
les diré:
quién está muerto aquí
nadie
y eso es lo malo
que la vida duele
que la vida está tejiendo y
destejiendo
nuestra mortaja
y ve tú a saber cuándo
acabe, la pendeja