(f)
Era un coyote y eran cien o nunca podrían ser
contados. Una descripción de infinito. Tú por mis manos sabías más cosas de mí
y así adivinaste que un alacrán caminaba en mi pecho. Era el miedo. Me habían
venido la náusea y la resurrección maravillosamente y tú buscabas en mí ese
otro corazón del que nos hablara Michaux, pero ya para entonces yo iba
precipitada y gladiola, como besada por dios, hacia esa comarca de ver con los
ojos abiertos.